Es imposible describir con palabras, la Isla Saona

La foto panoràmica de la costa en Mano Juan, es de Wikipedia, D.R


ISLA SAONA. Una vez, siendo aún estudiante de periodismo, me hice el reto de escribir mi crónica  turìstica más hermosa  ydocumentada sobre algùn punto de la República Dominicana que me dejara con la sensaciòn de que no habría nada si quiera parecido a ese destino. Ha llegado la hora, tras muchos años del 1973, cuando dejé las aulas del la UASD, de escribirla. Es ésta.
 Cuando se llega a esta isla, la sensación inicial es que se está soñando,  o que han iniciado sus desfiles, los dulces delirios cuando se aspiraba  a sentir posible, lo imposible. Al llegar a este patrimonio natural dominicano de tan solo 110 kilómetros de superficie, el visitante tiene que restregar sus ojos para tratar de confirmar que lo que está al frente suyo es real.
Y, tras hacerlo, queda el convencimiento de que si lo es. El sueño será oportunidad de otro momento. Saona se expresa ahora real y viva, accesible a la vista y dispuesta a satisfacer ese principio de viajante infinito que transita en cada corazón y que late en cada sentido recobrado.
Esta Isla, llamada, por sus aborígenes Adamanay, fue descubierta por el aventurero prefecto llamado  florentino Cristóbal Colón el 14 de septiembre de 1494. Al navegante mercenario y de fe, se le ocurrió bautizarla con el nombre de  con el nombre de Sabonesa, en honor al marinero sabonés Miguel da Cuneo, que fue el primero en avistarla.
El cómplice dúo de azul
El gran cómplice de todo es el azul de dos tonos, el turquesa y el celeste, que dan respectivamente al mar y al firmamento, ese tono que lo cubre prácticamente todo, para entonar con el bosque lanceolado y los cocoteros que elevan sus perfiles sobre playa y costa, junto a los acantilados y acurrucándose con ternura al paso de los desconcertados visitantes que insisten en imaginar que aun sueñan. Tan solo la fuerza marina de una brisa que carga de sal y sueños marinos, cada conciencia detenida de presas y presiones urbanas. Es que aquí, la vida tiene otro sentido y la existencia un perfume vivencial distinto.
Mapa interactivo satelital de Isla Saona 
Belleza de costa y perfil de gente curtida en el afán de la pesca, confundidos con las risas de los niños de Saona, que se sienten como una estirpe distinta a la semejanza urbana de una infancia retenida en asfalto, avenidas y juegos de video. Estos niños tienen como estandarte la naturaleza del mar y como consejera a las suaves olas que, con su rumor repetido y múltiple, les hablan casi en intimidad.
Saona, más que un tesoro
Para llegar a Isla Saona, situada en el sur oriental marino de la República Dominicana, solo se tiene opción por medio de las lanchas que ofrecen el servicio a los turistas locales y extranjeros, atraídos por la magia que proyectan sus fotos y videos, pensando que posiblemente se trate de uno más de los ganchos de mercadeo de un turismo industrial que canta como gallo y, a la hora de los hechos, pone como gallina.
Pero no, para el caso de la especie, resultan ridículas las promesas del paisajismo ofrecido cuando de Saona se trata. Lo ofertado tiene que alquilas nuevas alforjas para asegurar lo que finalmente premia al que llega.
No le basta a Saona ser la mayor de las islas adyacentes de la República porque hace tiempo que suspendió trascendencia a las  referencias  físicas o al crudo lenguaje de kilómetros más o kilómetros menos  
Imprescindible saber
Isla Saona forma parte del Parque Nacional del Este y alberga dos comunidades: Mano Juan  y Catuano. En esta última se encuentra el puesto de la Marina de Guerra, (donde se había anunciado que Estados Unidos   instalarías una base militar, pero que resulto ser la remodelación del destacamento de la marina de guerra dominicana y que generó una oleada de protestas para finalmente diluirse como todos los temas que se ponen de moda en una semana).


La flora se caracteriza por una vegetación tupida y recostada al paso del viento, sobre todo en la zona costera, donde incluso en algunos momentos los arbustos y árboles parecen hacer reverencia al Dios del Aire al inclinarse con un respeto notable a la corriente invisible y palpable de los vientos.
Entre las especies arbóreas más abundantes están los cocoteros infaltables en todo ambiente isleño, pero se agregan a la lista la Caoba, el Cedro y el Copey, todas pertenecientes a las maderas duras.
Entre las especies marinas, ya no tan fáciles de ver por los turistas que se dejan impresionar por el impacto del paisaje general, se encuentran las tortugas marinas: el carey,  la tortuga verde y tinglar.



Entre las aves se pueden apreciar gaviotas playeras, zancudas, la paloma coronita, y la cotorra verde, la cual está en peligro de extinción.
Con tiempo suficiente, que desde luego excluye las horas pagadas por los turistas para poder fotografiarse en Saona y echar cuento a sus amigos cuando regresen,  se podrían ver la Iguana rinoceronte, el manatí, el delfín y el murciélago pescador son también parte de los habitantes de la isla. 
Si desea visitarla, son muchas las opciones que oferta la industria del turismo.

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